Monday, November 06, 2006

Un viaje de Terciopelo


Anoche bebí de la nostalgia guiado por tu sublime voz. Anoche en algún punto inconexo el tiempo giró transportándome al parque de la música, en frente a Chipichape, de repente recordé el viento de las 5 de la tarde de la zona, idóneo para elevar cometa, y como no recordar el olor a mazorca azada mezclado con el dióxido de carbono del presuroso Papagayo 8....

La temporalidad y espacialidad son conceptos curiosos, como llegar a ser de ningún lugar? O de dos a la vez?, tus letras describen en cada frase nuestro realismo mágico, nuestros temores, nuestra desgarradora violencia, nuestra desborde de energía, y sobre todo nuestra pasión, algo difícil de encontrar en este mundo tranquilo en el que me resguardo ahora. Estando ahí, en frente a tu descarga de poder, viajé por mi propia idiosincrasia, me deje trasportar por tu suculenta voz, llegando a recorrer mis paisajes abrazado por centenares de recuerdos, y de repente al abrir los ojos, fui conciente una vez más de lo que hace ya tiempo descubrí: pertenezco a dos mundos, y lo que es más curioso aún, a dos percepciones diferentes de la misma realidad.

Es como estar atrapado entre dos placas la primera en Blanco y Negro en donde las cosas son seguras, estables, tranquilas, la segunda en Technicolor, donde las cosas son inestables, inseguras, móviles, pero apasionantes. Como vivir entre dos mundos tan apartados espacialmente si sabes que el mundo de perfección podría ser el equilibrio entre los dos?, como hacerlos coincidir en el espacio-tiempo?, como colectivizar la experiencia vivida y así salvarme?

Lo curioso de todo es que cuando esté sentado en San Antonio escuchando las risas de nuestros pequeños que están más vivos que estos de aquí,
después de deambular por el centro y gozar con nuestro imaginario,
recordar las pelis que vi en el Cid, los Cinemas, el Bolivar, el Alameda y el imperial Aristi,
Después de caminar sobre el “escenario del hombre traga vidrio” en el puente Ortiz,
de pasar por correos y no ver gritar al loco Guerra,
llegar a la tertulia y saber que ese espacio me vio ser niño y jugar,
me vio ser adolescente y escuchar jazz,
caminar por la sexta sin la presencia de Jovita,
Estoy seguro que será justo en esa tarde y no en otra, y ante la única posibilidad que tengo de hacer coincidir tiempo y espacio, cuando recordaré estas calles y callejuelas de aquí del casco antiguo que con el paso del tiempo he ido convirtiendo en mías.